viernes, 20 de marzo de 2015

De la Classicissima, al Clásico

Semana de mucho fútbol, del bueno, del de Champions entre semana y Barcelona-Real Madrid el domingo con la Liga en juego. ¿Saturación? Es posible. Por eso voy a escribir sobre ciclismo e invito a los que no seáis muy aficionados a jugar conmigo.

Dejad a un lado la constante sospecha de dopaje y los prejuicios. Incluso, las nacionalidades para un mayor disfrute (aunque apuntad el nombre de Juanjo Lobato). Dad un paso adelante y pensad en lo maravilloso de un deporte en el que casi dos centenares de ciclistas se van a vaciar a lo largo de 300 kilómetros (como de Madrid a Cáceres) sea cual sea la climatología en busca de una gloria que sólo uno de ellos se va a llevar en una carrera rota y loca. No, no me estoy refiriendo a la época del ciclismo en blanco y negro. Ni siquiera a la de Indurain. Lo que os cuento va a pasar el domingo.

Milán-San Remo 2013.
La Milán-San Remo de 2013 se desarrolló bajo gélidas temperaturas. (Imagen: Gazzetta.it)

La Milán-San Remo es un monumento, literalmente. Uno de los cinco con los que cuenta el deporte de los pedales a lo largo del año. El prestigio de ganar es inmenso. Por eso se citan los mejores: para darlo todo. Como en una despedida de soltero pero con más sofocones (diferentes, por lo menos). No os obligo a ver siete horas de competición, ni mucho menos. Pero sí os recomiendo los últimos kilómetros. Aunque es cierto que en una prueba así el nudo de la historia se produce con una marcada antelación, pero con cierto margen de tiempo entenderéis de qué va la novela de acción.

No conozco un aperitivo mejor para el Clásico de las 21 horas. Visto de otra forma: el Barcelona-Real Madrid será un postre exquisito a un plato de todas las Estrellas Michelín del mundo. Saboreadlo. Pensadlo. Casi doscientos héroes que hace unos días estaban subiendo un puerto en el que ¡¡no se veía la carretera por la intensa nevada!! Y aún así, las cunetas se llena de gente para animar. “Van dopados”. Decirlo es fácil, pero sospechoso no es culpable (muchos de los ciclistas no son ni sospechosos). Aún así, ampliad las miras y sentid la magia por esa gente que acaricia sus límites a cambio muchas veces de nada. Es su trabajo. Es extraño, porque lo ingrato de una carrera les llena para volver a dejarse la piel por sobresalir en la siguiente.


Entonces, ¿aceptáis el juego?

Tirreno-Adriático 2015: subida al Terminillo
Ciclismo: deporte de héroes. (Foto: @CiclismoSphera)

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