Ha llegado el momento. Por fin. Las ideas difusas, incluso lejanas, han ido tomando forma y ya se han convertido en realidad. Quizá con más tardanza de lo que mi corazón hubiera querido, pero la cabeza no ha estado como tenía que estar. No era fácil, creedme.
Hace poquito más de un año me vi por primera vez esperando mi turno en la Oficina de Empleo. Sabía (y sé) que no me lo merecía, que mi trabajo en Intereconomía durante más de cuatro años había sido bueno y los motivos de estar en la calle no venían por ningún factor personal mío. Estaba sereno y convencido de que pronto, muy pronto, se abriría alguna puerta. Ha pasado un año y sigo yendo cada tres meses a que me sellen la tarjeta como demandante de empleo.
![]() |
Luis Valaldares: periodismo&comunicación. |